43/230 – Collado de la Vera

Collado fue una aldea perteneciente al Sexmo de Plasencia hasta el siglo XIX. El acontecimiento más importante de su época como lugar pedáneo ocurrió aproximadamente en el siglo XVI, cuando se le concedió el privilegio de tener un jubileo con indulgencia plenaria el Miércoles Santo de cada año. Aunque se desconoce con exactitud quién, por qué y cuándo concedió el privilegio, éste se sigue celebrando aún.​

A la caída del Antiguo Régimen la localidad se constituye en municipio constitucional en la región de Extremadura y desde 1834 quedó integrado en Partido judicial de Jarandilla que en el censo de 1842 contaba con 30 hogares y 164 vecinos, ​a 1 de Enero de 2022 el número de habitantes en Collado de la Vera es de 237

42/230 – Garganta La Olla

La zona ya estuvo poblada desde antiguo, como lo demuestra la presencia de varios castros vetones. En tiempos visigodos existían dos monasterios de cierta fama, en la actualidad lamentablemente derruidos, el de San Martín de Tours y el de San Salvador.

La primera población del término se conoció como Ad fauces (de faux, faucis) que significa junto a las gargantas. En la actualidad, la población, que es de fundación altomedieval, se conoce como Garganta la Olla debiendo este apelativo a la orografía del lugar. Se encuentra en la confluencia de dos gargantas, la Mayor y la de San Blas. Es muy probable, que el nombre original de la garganta Mayor, fuera el de la garganta de la Olla, y que el pueblo fundado, en origen se llamara, el pueblo de la garganta de la Olla. Lo cual indicaría además que en algún tiempo, la región se conoció como La Olla.

Aguas abajo de la garganta Mayor existen los restos de una población más antigua conocida como Carnaceas. Dado que el cambio de la población fue a una zona más elevada y segura, es posible que Carnaceas se tratara de alguna población ocupada por las tropas de Alfonso VI o fundada en la época, que posteriormente fue destruida por los almorávides. El término Carnaceas, se relaciona con el de carnicería, en relación con la matanza que tuvo lugar. Queda ahora la duda, si aquella población fue la original Ad fauces.

Entre Alfonso VI y Alfonso VIII, las tierras volvieron a pasar a manos cristianas, creándose en un feudo fronterizo bajo la titularidad de Fernán Rodríguez de Castro.

El municipio terminó siendo incorporado al reino de Castilla en algún momento de finales del siglo XII, por el rey de Castilla Alfonso VIII. Estas tierras fueron colonizadas por contingentes de colonos del Reino de Castilla, en su gran mayoría de las sierras de Ávila, localidad a la que en un principio perteneció. Se da el caso, que estos repobladores, ganaderos principalmente, tenían mayoritariamente un origen vasco-navarro, al igual que la mayor parte de las poblaciones repobladas en las sierras abulenses.

Respecto a la teoría del origen altomedieval de la población Garganteña, a partir de población de Caparra, hay que considerar dos detalles, por una parte que Caparra en esta época estaba casi despoblada, y por otra, que las tierras de Caparra pertenecían al reino de León.

La población formaba parte de lo que se conocía como el Sexmo de la Vera, asociación de pueblos para la administración común de bienes, que fue asignado a la Ciudad de Plasencia, bajo la forma del Sexmo de Plasencia. Dicha ciudad organizó la localidad, ejerciendo jurisdicción sobre ella. La presencia de algunos apellidos toponímicos castellanos, navarros y vascos (Curiel, Mayora, Lerga, Acedo, Carrondo, Redondo, Bolivar entre otros) parece apuntar que no se limitó a una mera organización de la población preexistente, sino que trajo pobladores de los reinos de Castilla y de Navarra.

En 1340, Alfonso IX, la cedió a los infantes de la Cerda, como agradecimiento por el reconocimiento que le hicieron como monarca en Almendral. La ciudad de Plasencia, se negó a perder su jurisdicción sobre la población imponiéndoles pagos por el aprovechamiento de los recursos de la localidad, con tal virulencia, que los naturales se quejaron a los infantes de la Cerda y amenazaron con la despoblación. Estos a su vez lo hicieron al rey de Castilla, que por entonces era Enrique II, el cual amonestó a la ciudad. Más tarde perteneció al Marqués de Villena. D. Diego López Pacheco marqués de Villena, perdió la posesión del término, que paso de nuevo a la corona, como motivo de haber apoyado a Juana la Beltraneja en la batalla de Toro. Quedando los marqueses como meros administradores de justicia civil y criminal a través de personas nombradas por ellos para el cargo. Esta situación se prolongó hasta el siglo XIX.

Plasencia, por su parte, intentó recuperar su jurisdicción sobre Garganta hasta finales de la edad media. Ocupó terrenos del término, que fueron recuperados por la población gracias a diversos pleitos ganados entre los años 1490 y 1493. La ciudad tuvo que repartir los terrenos que había ocupado entre los garganteños y pagar los gastos de los pleitos. Es de destacar que en 1492 se dio incluso un enfrentamiento armado entre los dos bandos; la ciudad por una parte y los que apoyaban el señorío por otra. Estos últimos organizados en lo que llamaron «Guerrilla de San Martín» y apoyados por tropas del conde de Oropesa, plantearon combate sirviéndose como protección de las murallas del antiguo monasterio de San Martín y resultaron vencedores. Hasta el año 1772 merced a una ejecutoria, consiguió el disfrute del aprovechamiento integral de tierras y pastos.

No parece que fuera especialmente dañada durante la Guerra de independencia, ni que se rebelara, como hicieron otros pueblos de la zona contra las tropas de Napoleón. Tampoco es de destacar que se viera afectada por las guerras carlistas.

A la caída del Antiguo Régimen la localidad de constituye en municipio constitucional en la región de Extremadura que desde 1834 quedó integrado en Partido judicial de Jarandilla ​que en el censo de 1842 contaba con 360 hogares y 1972 vecinos.​

Durante la guerra civil, la población cayó bajo el control del bando sublevado, no registrándose confrontaciones armadas en la zona, si exceptuamos las posteriores relacionadas con la lucha del maquis.

A lo largo del siglo XX, fue perdiendo población por emigración en un proceso que aún no ha parado y que ha supuesto la reducción del número de habitantes a la tercera parte de los que eran en el siglo XIX. La mayoría de los emigrantes se trasladaron a las grandes ciudades (Madrid, Bilbao y Barcelona) y en el extranjero a Holanda, quedando una numerosa comunidad de garganteños y descendientes en Eindhoven.

En 1982 fue declarado Conjunto Histórico-Artístico.

En 2022 contaba con 924 habitantes censados.

Fuente / Wikipedia / https://es.wikipedia.org/wiki/Garganta_la_Olla

41/230 – Cuacos de Yuste

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Es muy posible que la población se organizaría alrededor de la Fuente de Los Chorros con sus cuatro caños; para algunos autores el nombre de Cuacos, según la tradición, significa “a todas partes”. Hay otra teoría que dice que proviene de cuatro, porque cuatro serían sus fundadores, hipótesis avalada por la existencia de la finca dehesa de “Cuaternos” que significa cuatro.

Fue aldea del Sexmo de Plasencia hasta el 30 de mayo de 1806, cuando se le concedió el título de villa por real privilegio. El primer intento fue en 1533. Se independizó de la ciudad de Plasencia a la que había pertenecido como aldea por la cantidad de 57842 reales y 22 maravedíes y se erigió la picota entre la ermita de Santa Ana y el Camino Real, con el fin de ejercer jurisdicción sobre sus propios vecinos.

Antiguamente se llamó Quacos de la Vera y mantuvo cierta rivalidad con el monasterio de Yuste, sito en el término municipal de Cuacos, a causa de los derechos de pesca y los diezmos. En Cuacos pasó su infancia el hijo natural de Carlos V, don Juan de Austria, que de pequeño recibía el nombre de Jeromín.

A la caída del Antiguo Régimen la localidad se constituye en municipio constitucional, entonces conocido como Cuacos, en la región de Extremadura que desde 1834 quedó integrado en Partido judicial de Jarandilla que en el censo de 1842 contaba con 220 hogares y 1205 vecinos.

En la actualidad es Ayuntamiento de la Provincia de Cáceres, Partido de Navalmoral de la Mata y de la Audiencia Territorial de Cáceres, en lo eclesiástico la parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción, del Arciprestazgo de Jaraíz de la Vera, Diócesis de Plasencia y Archidiócesis de Mérida- Badajoz.

El pueblo ha tenido diversas denominaciones según la tradición se denominaba Villa Flor de la Cadena pasando posteriormente a llamarse Cuacos de la Vera, y posteriormente Cuacos de Yuste. Desde 1959, posee el título de Conjunto de Interés Histórico-Artístico.

Fuente: LaVerata

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La villa de Cuacos de Yuste se independizó en el año 1813 del Señorío de Plasencia, constituyendo en la actualidad una muestra viva del típico estilo de caserío verato.
El rico entorno natural que rodea la localidad es uno de sus puntos fuertes, y fue por eso que el Emperador Carlos I de España y V de Alemania escogió sus alrededores (el Monasterio de Yuste) como lugar donde descansar y retirarse. De hecho, Cuacos de Yuste ha sido declarado como Conjunto Histórico Artístico.
Existe una leyenda histórica sobre Cuacos De Yuste relacionada con el Emperador y con su hijo bastardo: según dicen, un niño llamado Jeromín viaja a Yuste de la mano de sus tutores para ver al Emperador Carlos V que reina en España. Descubre que sólo es un anciano y siente compasión por él. La muerte del emperador acaece al poco tiempo y la tutora del niño se reprime en contar que él es hijo del rey.En Cuacos está la imagen de San Gil, que fue objeto de gran veneración en otro tiempo, no solo por los habitantes de Cuacos, sino también por los de Aldeanueva. Existen varias versiones sobre el pleito que mantienen ambas poblaciones. Sin embargo, según los datos que existen en un documento del archivo parroquial, sucedió que los vecinos de Aldeanueva carecían de tierras más allá de sus dos gargantas y por eso a finales del siglo XVI el Concejo de Cuacos decidió concederle a modo de » ensancha» unos terrenos que se extendían sobre una «villa romana».

A partir de entonces, en la fiesta de San Gil acudía el Concejo de Aldeanueva, pero quien oficiaba la misa era el párroco de Cuacos, ya que, aunque en la jurisdicción civil el terreno pertenecía a Aldeanueva, en lo religioso siempre perteneció a Cuacos.

INFORMACIÓN GENERAL

Entre sus monumentos destacados y que no podemos dejar de visitar están la Plaza Mayor porticada y la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, donde podemos ver un

Magnífico órgano del siglo XVI realizado en Amberes y traído del Monasterio de Yuste,

Y la imagen de San Gil.Este santo fue objeto de gran veneración en Otro tiempo, no solo por los habitantes de Cuacos, sino también por los de Aldeanueva.Existen varias versiones sobre el pleito que mantienen ambas poblaciones en cuanto a la posesión de San Gil. Sin embargo,según los datos que existen en un documento del archivo parroquial, sucedió que los vecinos de Aldeanueva carecían de tierras más allá de sus dos gargantas (la de San Gregorio y la de los Guachos), y por eso a finales del siglo XVI el Concejo de Cuacos decidió concederle a modo de «ensancha» unos terrenos que se extendían sobre una «villa romana». A partir de entonces, en la fiesta de San Gil acudía el Concejo de Aldeanueva, pero quien oficiaba la misa era el párroco de Cuacos, ya que, aunque en la jurisdicción civil el terreno pertenecía a Aldeanueva, en lo religioso siempre perteneció a Cuacos. Otro elemento digno de mención es la Casa de Don Juan de Austria o la «Casa de Jeromín», hijo del Emperador y de Doña Bárbara Blomberg. Se trata de un edificio rehabilitado en el que está la sede de la Mancomunidad Intermunicipal de La Vera. La Localidad posee también dos preciosas Plazas, que son la Plaza de España, parcialmente porticada, y la Plaza de la Fuente de Los Chorros, de muy reducido tamaño pero de singular belleza.

Cuacos de Yuste está situado en una hondonada, en la falda de la sierra de Tormantos y el Cerro del San Salvador. El terreno es muy accidentado y de naturaleza pedregosa.

Todo el término está situado en terreno granítico, y por él circulan aguas del Río Tiétar y de varios arroyos procedentes de la sierra. Las precipitaciones están condicionadas por la presencia de las montañas, y se trata de una de las zonas de la comarca que registra mayores lluvias: 1200 mm. Estas precipitaciones se producen con fuerza durante todo el año, excepto en el periodo

Estival. Las temperaturas medias son de14º, con unos veranos que no son tan calurosos como en el resto de la región. Gracias al relieve que envuelve la localidad,

Los vientos fríos del norte en invierno son atenuados suavizando las temperaturas

Fuente: Ayuntamiento

40/230 – Aldeanueva de la Vera

El municipio ha acogido poblaciones desde la época prerromana. No solo hay castros vetones, sino que además está localizada una villa romana, en el Paraje de San Gil que se continuó con un poblado de época visigoda. En dicho paraje se han encontrado importantes restos funerarios de época romana. También se encuentra una necrópolis visigoda en la que había un sarcófago labrado en granito, que la desidia por parte de las autoridades municipales y la barbarie por parte de otros redujeron a pedazos no hace muchos años.

Aldeanueva es como otros pueblos de la zona, de fundación medieval, ignorándose el año exacto. La región fue reconquistada en algún momento de finales del siglo XII, por el rey de Castilla Alfonso VIII. Formaba parte de lo que se conocía como el Sexmo de la Vera, asociación de pueblos para la administración común de bienes, que fue asignado a la Ciudad de Plasencia. Compró su independencia jurídica en virtud de real cédula el 28 de septiembre de 1802, expedida por Carlos IV (con la consiguiente elevación de la picota, primera que fue en madera y que se ha perdido). Dicho rey también les concedió la Dehesa de Mesillas.

La población se debió constituir principalmente por los antiguos pobladores de la zona y repobladores del Reino de Castilla. Es de destacar que hasta principios del siglo XX, muchos abulenses han pasado a establecerse en la localidad.

A la caída del Antiguo Régimen la localidad de constituye en municipio constitucional en la región de Extremadura y desde 1834 quedó integrado en Partido Judicial de Jarandilla que en el censo de 1842 contaba con 440 hogares y 2410 vecinos.

El núcleo según el Diccionario Histórico-geográfico de Extremadura, de Pascual Madoz – 1846, a mediados del siglo XIX, estaba poblado por 2410 en 1842 y 1946 en 1857.

No parece que fuera especialmente dañada durante la Guerra de Independencia, aunque se rebeló contra las tropas de Napoleón. En las Guerras Carlistas fue acometida dos veces por los partidarios del pretendiente, en la primera no resultó dañada mientras que en la segunda derrotó y puso en fuga a las tropas carlistas, único pueblo de La Vera que lo hizo. Se dio el caso, que un vecino de la localidad mató al asistente del general carlista que dirigía las tropas, golpeándole la cabeza contra un pilón en Jerte.

Durante la Guerra Civil, la población cayó bajo el control del bando nacional. En la plaza de los toros se produjeron enfrentamientos armados entre ambos bandos, que concluyeron con varias muertes. Posteriormente se dieron enfrentamientos relacionados con la lucha del maquis.

En los años 1960 comenzó a perder población, no obstante, el proceso se frenó en los años 1980, gracias a la explotación del tabaco y a la producción de pimentón. En este sentido, es uno de los mayores productores de tabaco del país. Respecto a su pimentón, producido desde al menos hace dos siglos (ya se cita en Madoz, 1846), esta entre los de mayor calidad de La Vera, conservando toda la tradición artesana del secado a humo de encina y roble, y posee una fragancia y color que lo hace inconfundible.

Un dato curioso de la localidad es su peculiar gentilicio “pencón”, como se designa a sus habitantes. Aunque no se sabe con exactitud de donde proviene, los ancianos cuentan que data de la época de Carlos V.

Fuente: LaVerata

39/230 – Guijo de Santa Bárbara

La tradición oral nos cuenta que Viriato era hijo de estas tierras, y que por ellas anduvo hasta que empezó su lucha contra los romanos. Los primeros datos escritos hacen pensar que esta aldea fue fundada hacia 1400, y que perteneció a Jarandilla hasta su independencia en 1816.

A la caída del Antiguo Régimen la localidad se constituye en municipio constitucional en la región de Extremadura que desde 1834 quedó integrado en Partido judicial de Jarandilla ​que en el censo de 1842 contaba con 85 hogares y 466 vecinos.​

El escritor jarandillano Gabriel Azedo de la Berrueza, en su libro Amenidades, florestas y recreos de la provincia de la Vera Alta y Baja de la Extremadura (1667), describe el Guijo de la siguiente forma: «Es lugar el Guijo de hasta sesenta vecinos, y está al pie de la misma sierra. Allí sí que son las aguas de las fuentes frías y buenas. Es el lugar muy recreable, ameno y regalado. Hácense en él buenas mantequillas y el mejor queso fresco y mantecoso que se conoce».

En el censo de 2021 contaba con una población de 388 habitantes 

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Esta zona de la Península Ibérica estuvo poblada por pueblos celtiberos, concretamente por Vetones, la tradición oral nos cuenta que el caudillo lusitano Viriato nació en Guijo de Santa Bárbara, motivo por el cual existe una calle dedicada a su persona denominada Barrio de Viriato en la zona más antigua del pueblo. Otras versiones encuadran el nacimiento en la provincia de Zamora o incluso en Portugal, ya que todas estas zonas de España pertenecieron a la región conocida como Lusitania. Pero esta tradición oral circula desde antiguo incluso el Emperador Carlos V en su paso hacia su retiro en el Monasterio de Yuste arengó a los guijeños que lo transportaban con las palabras: «Sed tan valientes soldados como vuestro paisano Viriato» Un siglo más tarde el escritor jarandillano Gabriel Azedo de la Berrueza y Porras recoge en su obra Amenidades, florestas y recreos de la provincia de La Vera Alta y Baja en la Extremadura, lo siguiente al respecto de la figura del Caudillo Verato, concretamente en el capitulo XIX pag. 8, y dice lo siguiente: «No reparando, en esta división de la antigua Lusitania, han querido algunos decir que nuestro capitán Viriato era de la Lustania que hoy llamamos Portugal; lo cual es engaño manifiesto, porque es muy válida tradición verdadera y cierta, que el valeroso y esforzado capitán Viriato de quién vamos tratando y de quién las historias cuentan tantos prodigios y hazañas fue de la Lusitania antigua, comprendida en la Vetonia, y natural de Guijo, lugar pequeño que está encima de la villa de Jarandilla en la provincia de La Vera». También se cuenta que durante sus luchas contra Roma pasó Viriato, según se cuenta, por estas tierras, para refugiarse en la sierra, algunos se aventuran a decir que fue el poblado del El Campanario, junto a la Garganta del mismo nombre, el lugar que le ofreció cobijo.


Los primeros datos escritos nos hacen pensar que esta aldea fue fundada hacia 1400, y que perteneció a Jarandilla hasta su independencia el 26 de agosto de 1816. Existe la teoría de que Guijo, al depender del señorío de Jarandilla, su fundación es nómada. Esta teoría defiende que fueron pastores o cabreros jarandillanos que se asentaron y formaron núcleo de población, en pos de pastos para sus ganados.

El primer documento escrito existente que promociona con vistas turística el Guijo de Stª Barbara, data del año 1.654, año en el cual se editó por primera vez el ya mencionado libro de d. Gabriel Azedo de la Berrueza y Porras: » Amenidades, Florestas y recreos de La Vera», y sobre el Guijo dice textualmente:

«Es lugar el Guijo de hasta sesenta vecinos, y esta al pie de la misma sierra. Allí si que son las aguas de las fuentes frías y buenas. Es un lugar de recreo, ameno y regalado.
Hacense en si buenas mantequillas y el mejor queso fresco y mantecoso que se conoce. Tiene por patrona a la gloriosa Santa Barbara, virgen y mártir, que por estar al pie de la sierra, los defiende de las tempestades y rigores del invierno. Es tradición muy valida que fuese cabeza de Jarandilla y que allí se retiro la nobleza y vecindad y se hicieran fuertes en tiempo de la persecución de los moros, valiéndose de las montañas que les ofrecían amparo y defensa.»
(Capitulo II, pag 22)

El siguiente escrito conocido por orden cronológico, data de 1790, en el que se habla de Guijo de Jarandilla en la provincia de la Vera, y dice lo siguiente «Este lugar consta de sesenta vecinos y es barrio de Jarandilla. Distante de ella a media legua, en medio de cuyo camino se encuentra el convento de nuestro padre San Francisco, dicho pueblo junto con jarandilla son del condado de Oropesa. La patrona es «STª Barbara». Ademas en estos documentos habla de muchos mas temas, de los cuales pasamos a hacer un resumen: dice en cuanto a situación: «Al lado del guijo se encuentra la garganta Jaranda, distante de dicho pueblo a un tiro de fusil, cuyas aguas nacen en lo alto de la sierra, enfrente del pueblo existe otra garganta que tiene un puente de madera».

En estos documentos se vuelve a hablar de Viriato y también de un tal Martin Guijo, que según los escritos fue el fundador de el convento de Santa Catalina, y que se retiro allí junto con unos compañeros para hacer penitencia.

Para Gabriel Azedo:»Es tradición muy válida que fue cabeza de Jarandilla y que allí se retiró la nobleza y vecindad y se hicieron fuertes en tiempo de la persecución de los moros, valiéndose de las eminencias y esconces que aquellas altas montañas les ofrecían para su amparo y defensa».

Para Tomás López:“No tenemos noticia de quándo se fundó el lugar, pues hay tradición de haverse fundado por pastores que venían con ganado a esta sierra y también hemos tenido noticia haver sido que Jarandilla, respecto haver tenido este pueblo jurisdicción privativa que no hoy no tiene».

Pascual Madoz en su libro «Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar», (1845-1850), aporta una magnífica descripición del Guijo desde mediados del siglo XV a mediados del siglo XIX, y de su realidad en aquel momento.


Según datos del historiador Wyndhan Lewis, Carlos V en su camino de retiro a Yuste transitó desde Tornavacas a Jarandilla por la actualmente conocida como Ruta de Carlos V o Camino Real. «A su paso por la Sierra del Guijo los mozos del Guijo de Santa Bárbara relevaron a los de Tornavacas en el traslado del Emperador Carlos V a través del Puerto de las Yeguas hasta Jarandilla».

Siglo XVIII
El monumento más destacado construido en este siglo, es la iglesia parroquial edificada sobre una antigua ermita del siglo XVI dedicada a Santa Bárbara. Según Madoz se construyó en los años 1776, 1777, 1778 sobre una antigua y ruinosa ermita de la misma advocación, consagrada a esta Virgen, por haberse librado del fuego de una casa en el año 1560 dos niños que en ella había, por cuya razón se celebra su festividad. También en este siglo se construye la ermita de Nuestra Señora de las Angustias aunque con restos del siglo XII.
Según Madoz: ”En 1674 consiguieron colocar en ella el Santísimo Sacramento y la pila bautismal; en 1695 alcanzaron que se les diese cura, que se estableció en 1698 y en 1778 se edificó y decoró la parroquia todo a costa de pleitos recursos ganados con mucho sacrificio por la constante oposición del clero, tanto de la catedral, como el de Jarandilla, interesados en la percepción de diezmos”.
Un acontecimiento importante a tener en cuenta en este siglo es su lucha hasta conseguir la independencia o constituirse en villazgo. El 27 de junio de 1708 se le concede a Guijo Carta de Villazgo por el rey Felipe V, pero fue suspendido en 1709 por retraso del pago del servicio, al no poderse verificar a causa de haber padecido la población una epidemia asoladora, impidiendo a los vecinos hacerse cargo del pago.

Siglo XIX
En este siglo adquiere su independencia en 1816 dejando de denominarse Guijo de Jarandilla y Guijo de la Vera y siendo reconocido como villazgo pasando a llamarse Guijo de Santa Bárbara. La adquisición de este título tras haberlo adquirido anteriormente, el 27 de junio de 1708 y suspendido en 1709; Posteriormente, en virtud de la Constitución de 1812 Guijo vuelve a ser independiente; pero con la vuelta del absolutismo de Fernando VII pierde de nuevo el título de Villazgo. Por fin el 26 de agosto de 1816 se concede a Guijo definitivamente el título de Villazgo, mediante el enorme sacrificio de pagar 56.207 reales por el vecindario, que en aquel momento estaba constituido por: un religioso franciscano del convento de San Francisco, 63 vecinos, 11 viudas y 4 menores. El primer consistorio se formó de la siguiente manera:

  • Alcalde de primer voto: Felipe Obejero
  • Alcalde de segundo voto: Melchor Castañares
  • Regidor de primer voto: Pedro Martín
  • Regidor de segundo voto: Lorenzo Jiménez
  • Procurador Síndico Genera: Santiago de la Calle
  • Alcalde primero de la Hermandad: Valentín Martín
  • Alcalde Segundo de la Hermandad: Bernardo Sánchez
  • Alguacil ordinario: Evaristo Sánchez
  • Escribano de número y ayuntamiento: Felipe Sánchez Yáñez


Estos determinaron las calles, seis en total: de La Fuente, del Royo, de la Mata, del Rincón, de la Iglesia, del Monje y del Lavadero. En 1841 se comenzó a construir el primer ayuntamiento y anejos de cárcel y matadero. En 1844 se redacta un Acuerdo de Aguas y Pastos con Jarandilla; Guijo

Según estudios de José Aranda a mitad del siglo XIX El Guijo contaba con 65 casas, ayuntamiento, cárcel aún no concluida, escuela de primeras letras, Iglesia Parroquial y una ermita ruinosa, siendo sus pobladores principalmente pastores y jornaleros agrícolas. cede parte de las aguas que discurren por su término a cambio de la utilización de pastos de la dehesa de Jarandilla en invierno.
En 1846 según los documentos de la época del censo electoral para las elecciones a diputados a cortes nacionales el Guijo de Santa Bárbara contaba con 320 almas.
En 1859 el alcalde y diputado en Cortes, Antonio Jiménez Garcia popularmente conocido como «El Abuelo Viejo», (a quien existe una plaza dedicada en su honor), adquiere en subasta pública del Estado, la finca Baldío de Jaranda por 45.100 reales. Posteriormente se ampliará, uniendo los terrenos de Arguijuelas, Cuchillar, Guatechos, Umbrías y Lanchuelas: estas cinco fincas más los baldíos de Jaranda conforman la Sociedad de accionistas Sierra de Jaranda, configurada en acciones de mil reales por acción, que aún perdura.
En 1869 varios vecinos de Guijo de Santa Bárbara por medio del marqués de Sardoal presentan una proposición a las Cortes para que se permita el libre ejercicio del oficio de herrador.
En 1878, Castelar, siendo Presidente de la República, visitó este municipio, y, según consta, al llegar a Guijo, dijera que era “imposible encontrar en Europa un punto que ofreciera mayores y más grandiosas bellezas que las que se gozan desde la carretera, magnífico balcón de la Vera, sombreado eternamente por robles y castaños que forman toldo al ideal camino”.
Quintín Moreno, yerno de Antonio Jiménez pronuncia un discurso con motivo de la apertura de las nuevas escuelas que refleja la precariedad con que se construyó en su momento este equipamiento en la localidad de Guijo de Santa Bárbara, para la construcción y financiación de las nuevas escuelas. Gracias al discurso pronunciado con motivo del inicio de las obras, interrumpidas luego y de nuevo reiniciadas en enero de 1878, conocemos los pormenores del proyecto. El discurso dado por el maestro de la localidad D. Quintín Moreno Poblador.
En 1895 dos vecinos del Guijo, Silvestre Bermejo y Francisco Jiménez suscriben públicamente un Manifiesto contra la ocupación piamontesa de El Vaticano.
A finales del siglo XIX afecta al Guijo una epidemia de fiebre tifoidea recogida en un estudio del médico de la localidad, José González de Castro, llegado a la localidad en 1893 desde Aldedávila de la Ribera (Salamanca), «Estudio clínico de la epidemia de fiebre tifoidea acaecida en Guijo de Santa Bárbara (Cáceres) en el año de 1899.»premiado por ello por el colegio de médicos de España, tal y como recogió ampliamente la prensa del momento.
Además, entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, el ya citado José González de Castro médico de la localidad, junto a los maestros Quintín Moreno Poblador y César Sánchez Mariscal, al sacerdote Juan Mateo Múñoz y al secretario municipal Hipólito Parrón Mateos, realizaron un proyecto de enseñanza en la localidad consistente en educar al resto de los vecinos todas las noches en los locales municipales sobre diversos temas. Esta iniciativa creada por la Universidad de Oviedo para culturizar a las clases campesinas se desarrolló además de en Guijo de Santa Bárbara en otras localidades como Cifuentes en Guadalajara, La Vall d’Uxó en Castellón, y Cespedosa de Algodones en Salamanca.
Este proceso mereció el reconocimiento de periodistas destacados como Ramiro de Maeztu, y fue premiado por el Conde de Romanones, ministro de intrucción pública de la época.

Siglo XX:
Dentro de este siglo cabe citar la alta mortalidad derivada de las epidemias como la comentada con anterioridad, que provocaron que comisiones internacionales visitaran la localidad (y el comienzo de la emigración hacia Francia en los primeros años de siglo).
En 1922 se produjo un grave temporal de viento que llegó a derribar incluso algunas viviendas, y numerosos arboles frutales, hechos que provocaron la demanda de los vecinos de ayudas por parte del Gobierno.
En 1925 Guijo de Santa Bárbara se adhirió a la Unión de Municipios.
En el año 1927 ocurrió un incendio en la Plaza Mayor (actual Plaza de la Fuente), en el que fallecieron dos personas Calixta Castañares Rodríguez y sus dos hijas Herminia y Feliciana.
Durante la Segunda República según los datos de Fernando Ayala Vicente en Guijo de Santa Bárbara existían varias sociedades agricolas, sindicales y políticas como son Acción Republicana, Izquierda Republicana, Trabajadores de la Tierra, Unión Agraria y Unión Republicana.
En este periodo Guijo de Santa Bárbara contaba con 9 concejales según los datos reflejados en la convocatoria de elecciones de 1933. En esta convocatoria electoral que coincidío con las elecciones generales, destacó el Guijo como uno de los municipios de la provincia donde estuvo más ajustado el escrutinio entre los socialistas y la candidatura derechista del partido regional agrario que acabó ganando las elecciones en toda la provincia de Cáceres (noticia en Abc), según los datos de Fernando Ayala, Constantino Jiménez fue el alcalde electo en esta convocatoria democrática.
En 1935 el Gobierno de la República aprueba la construcción de nuevas escuelas en el Guijo.
Durante la Guerra Civil Guijo de Santa Bárbara cayó al inicio de la Guerra en territorio Golpista al igual que el resto de la Comarca de La Vera, según el libro “La represión en la provincia de Cáceres durante la Guerra Civil (1936-1939)”, de Julián Chaves (Universidad de Extramadura 1995), “los dos casos de ejecución afectaron a unos hermanos. Se trata de Acisclo e Ignacio Hernández Calero, a quienes en agosto de 1936 los falangistas se los llevaron detenidos de la finca donde se encontraban trabajando, acabando con sus vidas en el término de Jarandilla”.
También hubo combatientes guijeños en los diversos bandos, según los estudios de Natacha Lillo, profesora de la Universidad de París, Cecilio Hernández, guijeño emigrado en los años 20 a la periferia de París (Plaine de Saint Dennis) y militante del PCF (Partido Comunista Francés), retornó para luchar en el bando republicano probablemente con las Brigadas Internacionales durante el inicio de la guerra civil.
Según los datos del Ministerio de Cultura, los tribunales de represión franquista abrieron expedientes de depuración a Justa León Blasco, Petra Martín Chaparro y a Andrés Martín Timón, maestros de Guijo de Santa Bárbara. También sufrió prisión e incautación de bienes por motivos políticos el vecino Anastasio Castañares Hernández que poseía una posada en la plaza, según los datos del Boletín Oficial de la Provincia de Cáceres de fecha de 15 de febrero de 1939. Otro guijeño que sufrió represión por parte del régimen franquista fue el carpintero Nicolas Naranjo Jiménez de acuerdo a lo publicado en los estudios de Gonzalo Acosta Bono.
Según los estudios de Domingo Quijada en Guijo de Santa Bárbara y fruto de la represión franquista, fueron confinadas personas simpatizantes con la República procedentes de poblaciones del Campo Arañuelo como Navalmoral de la Mata.
No obstante, al situarse el municipio en la zona ocupada por las tropas Franquistas los quintos de reemplazo del municipio tuvieron que acudir al frente con el ejército regular levantado en armas contra el Gobierno democrático, de esta forma se tiene constancia según los estudios de Angel David Martín Rubio que fallecieron en el frente diez jóvenes guijeños:
Constantino Jiménez Fernández, Cecilio Sánchez Núñez, Eleuterio Sánchez Valiente, Estanislao Santos Burcio, Ciriaco Leal Castañares, Alfredo Burcio Pobre, Macario Díaz González, Feliciano Santos Hernández, Eleuterio Pérez Rodríguez, y Victorio Pérez de Arriba.
Por contra los estudios de este historiador no muestran constancia de caídos guijeños por motivos de la represión republicana. Si existe constancia de la existencia de maquis o guerrilleros antifranquistas en la Sierra perteneciente al término municipal, hasta finales de la década de los cincuenta, siendo habitual para los ganaderos de la localidad encontrar residuos y otros restos de los campamentos utilizados por los miembros de las guerrillas.
Ya durante la dictadura franquista el ministro de Educación inauguró la escuela del Guijo en el año 1957, en un recorrido de inauguración por diferentes localidades de la comarca.
Pero uno de los acontecimientos históricos más importantes fue la construcción de la Ermita-Refugio a partir de 1960 (proceso recogido en Abc) que comenzó con una misa simultanea de 6 sacerdotes en la un monumento en la Portilla también dedicado a la Virgen de las Nieves, esta construcción se produjo por iniciativa del párroco guipuzcoano del Guijo, Ascencio Gorostidi Altuna, y con aportación y trabajo de los vecinos se comenzaron las obras de construcción de una capilla-refugio de montañeros en el paraje de Collado Alto, a una altitud de 1.600 metros. En 1962 se anunciaba su próxima finalización.
En el año 1965, ante el mal estado de las antiguas escuelas públicas, se acomete la construcción de un nuevo grupo escolar, con edificio anexo para vivienda de maestros y en 1971 se acomete la red de aguas y alcantarillado público. Posteriormente a finales de los 70 se produjo la construcción de la carretera que une Guijo de Santa Bárbara con Aldeanueva de la Vera.
En 1966 grupos de montañeros propusieron la creación de un monumento a los toreros en la Portilla iniciando contactos con famosos diestros como Manuel Benítez «El Cordobés», tal y como recoge la prensa de la época.
En 1970 una tormenta que afectó la localidad acabó con la vida de 40 cabras afectando a otros municipios de La Vera.
Ya durante la Dictadura Franquista el Guijo constituía un destino turístico siendo visitado por personalidades como el Ministro de Gobernación , Manuel Fraga.
En 1977 se restaura la democracia y se celebran sucesivamente elecciones generales, municipales y autonómicas.

Siglo XXI:
En este siglo Guijo de Santa Bárbara adquiere sus símbolos heráldicos (bandera y escudo) aprobados en pleno municipal en 2000 y publicados en el DOE en 2003, además Guijo de Santa Bárbara se conforma como un destino turístico de entidad produciéndose un notable desarrollo de las actividades económicas relacionadas con este sector, hecho que se une a un paulatino declive de las actividades agro-ganaderas.
Destaca como un hecho relevante la tormenta de granizo acaecida en agosto de 2009, por los diversos destrozos que causó que llevaron a los vecinos a reclamar a las Autoridades la declaración de zona catastrófica.

El texto anterior ha sido extraído de este enlace:

38/230 – Jarandilla de la Vera

El pueblo más antiguo que se cree que habitó la zona fueron los celtíberos, más tarde, Jarandilla fue un municipio romano conocido como «Flavium Vivertorum». De esta época han quedado numerosos vestigios como el puente que cruza la garganta Jaranda. Posteriormente, pasó a manos de los visigodos que dejaron como principal reliquia una pila bautismal con la cruz gamada que se halla en la iglesia de Santa María de la Torre. Durante la época de dominación de los árabes, denominaron a Jarandilla de la Vera con el nombre de «Xarandiella», respecto al origen de la palabra, tiene en su composición la palabra Aran, que en prerromano significa valle o río (en vasco es Harán-Jarán, valle)(al igual que lo presenta la palabra Campo Arañuelo, zona geográfica muy cercana, o el Valle de Aran, Aranjuez, etc.), por lo que es posible que los árabes asignasen a la población el nombre prerromano de la zona. Jarandilla, de acuerdo con esta más que hipotética opinión, vendría de Jaranda, Xarán más el sufijo -da, «lugar de» y diminutivo illa-ae, «lugar o zona del pequeño valle». El hecho sin duda más destacable de su historia fue la estancia del Emperador Carlos I de España y V de Alemania. Llegó a Jarandilla el 11 de noviembre de 1556 hospedándose en el Castillo Palacio de los Condes de Oropesa, antes de su traslado al Monasterio de Yuste en el que pasó sus últimos días. El castillo de los Condes de Oropesa es hoy en día el Parador Nacional de Turismo Carlos V. A la caída del Antiguo Régimen la localidad se constituyó en municipio constitucional en la región de Extremadura y desde 1834 quedó integrado en Partido judicial de Jarandilla.​ En el censo de 1842 contaba con 400 hogares y 2191 vecinos, contando con 2.868 vecinos en 2018. 

​Fuente: Wikipedia

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En cuanto a la toponimia de Jarandilla de la Vera, Nieto Ballester se inclina por explicar este nombre de lugar vinculándolo con la serie toponímica del tipo Granda (Asturias), Grandón (Asturias), asociada a un conjunto de voces vivas en el cuadrante noroccidental de la Península: asturiano granda, “rasa abierta, terreno pedregoso como de aluvión”, gallego-portugués gándara. Esta última voz, aunque Nieto la describe como “lugar montuoso, pendiente”, parece sin embargo tener en Portugal el valor de “lugar pedregoso, arenoso o infértil”, acepción dominante en gran parte del actual dominio de vigencia de esta familia léxica. Gandarela en Alvarenga (Arouca) (Portugal) es interpretada como diminutivo de gândara “extensão de terra mais ou menos plana e pedregosa”. La procedencia de este grupo es prerromana, con correspondencias en los Alpes.

Estos autores consideran asimismo un doblete de este mismo topónimo, el paraje llamado Jarandilla en el pueblo salmantino de Calzada de Valdunciel. Nieto explica la evolución desde granda hasta jaranda por influjo del bilingüismo árabe-romance propio de zonas de reconquista. La anaptixis de una –a, para desligar el grupo –gr, es recurso común en contexto mozárabe o aljamiado. Análoga intercalación (sin alterar el consonantismo inicial) se observa en los topns. La Garandilla, barrio de Valdesamario (León) y Valgaranda, topn. menor en Villacorta (León).

Los orígenes de Jarandilla son todavía hoy inciertos: ha sido desde los tiempos más remotos encrucijada de civilizaciones diversas. Existen restos de asentamientos celtíberos como los de la cueva de Capichuelas en Jarandilla, o en la cueva de Ramos en Villanueva. Primitivos alfares y castros celtas, uno bajo la actual iglesia parroquial, que fue fortaleza de la Orden de los Templarios, y otro donde fue edificado el actual castillo. Algunos autores dan como segura la presencia de pueblos fenicios cerca de un milenio antes de nuestra era, e incluso una fundación griega, aunque sin documentar en la actualidad. En la época prerromana, Jarandilla, como toda La Vera, perteneció a la Lusitania (Vetonia).

En época romana se llamó Municipium Flavium Vivertorum, (Municipio de las Fuentes Vivificantes). Construyeron un templo en honor de Minerva donde en la actualidad se alza la ermita de Nuestra Señora de la Berracosa, en el camino de Losar de la Vera, así como una calzada, sepulcros, lápidas funerarias y el puente sobre la garganta de Jaranda.

A pesar de que los visigodos no dejaron huellas importantes en su permanencia por la alta Extremadura, su influencia más destacada en Jarandilla es una pila bautismal con la cruz gamada o esvástica que se encuentra en la iglesia de Santa Mª de la Torre.

Los árabes le dieron el nombre de Xarandiella, “villa de prados verdes”, que terminó cambiando en Jarandilla.

Reconquistada por los caballeros templarios, el rey Alfonso VIII la entrego a la Orden del Temple y bajo su administración se convirtió en uno de los enclaves más importantes de Plasencia. Edificaron la iglesia fortaleza de Santa María de la Torre y de esa época data su judería de La Moraleja. La villa de Jarandilla de la Vera perteneció a la ciudad de Plasencia durante casi toda la Baja Edad Media. Su historia es igual a la de Plasencia; su origen es musulmán y durante el reinado de Alfonso VIII se volvió a fundar.

Al ser disuelta la Orden del Temple en 1312 por el papa Clemente V, la aldea de Jarandilla y el castillo, dentro de la jurisdicción de Plasencia, revirtieron a la corona, reinando Fernando IV el Emplazado. El 6 de junio de 1369, don García Álvarez de Toledo, maestre de la Orden de Santiago, recibe del rey Enrique II los señoríos de Jarandilla y Tornavacas, a cambio de su renuncia a dicho maestrazgo en favor de Gonzalo Mexía. El señorío de Jarandilla estará siempre vinculado a miembros de esa familia, quedando finalmente adscrito al condado de Oropesa, formando parte del mayorazgo creado con los territorios al sur del Sistema Central.

En 1447 D. Fernando Álvarez de Toledo, II conde de Oropesa, sin contar con licencias ni permisos del Concejo de Plasencia, ordenó construir un importante castillo dominando las gargantas de Jaranda y Jarandilleja, valiéndose de su matrimonio con doña Leonor de Zúñiga, hija de don Pedro de Zúñiga, conde de Ledesma y de Plasencia y Justicia Mayor de la ciudad. La construcción dio lugar a protestas de los regidores de Plasencia que no fueron atendidas. Este castillo, desde donde se domina toda la villa, serviría de albergue al emperador Carlos I de España mientras le acondicionaban el monasterio de Yuste.

Los Reyes Católicos concedieron a los Álvarez de Toledo el título de marqueses de Coria y condes de Granadilla, con facultad para titularse duques de cualquiera de sus señoríos, lo que hicieron sobre el Alba de Tormes en Salamanca.

El VII señor de Jarandilla y IV conde de Oropesa, don Fernando Álvarez de Toledo y Figueroa, alojó en su castillo-palacio al Emperador Carlos, y junto a él desempeñó un importarte papel. La estancia en Jarandilla del emperador Carlos V en el castillo de los condes de Oropesa, actual Parador de Turismo, desde el 12 de noviembre de 1556 hasta el 3 de febrero de 1557, es el episodio más trascendental en los anales de la historia de Jarandilla.

Don Fernando era conde de Oropesa, señor de Jarandilla, de Cabañas del Castillo, de Tornavacas y de Horcajo de los Montes; casó con doña Beatriz de Monroy y Ayala, condesa de Deleitosa, señora de Belvís y de Almaraz y de otros señoríos. Fue en estos tiempos cuando el Emperador Carlos entró en Extremadura, por el puerto de Castilla, para descansar en Tornavacas. Recibieron a Carlos V el marqués de Miravel y el señor de Jarandilla, que le ofrecieron como residencia sus palacios de Plasencia, pero Carlos prefirió fijar su provisional morada en el castillo de Jarandilla, mientras se ultimaban las obras de adaptación de su residencia de Yuste que, según sus órdenes, se terminaba adosada al monasterio jerónimo. Desde el castillo de Jarandilla, cercano a Yuste, podría seguir Carlos V mucho mejor y más de cerca la finalización de las obras de su palacio. El largo y duro viaje desde Tornavacas hasta Jarandilla lo realizó el emperador con su comitiva por un puerto de montaña, muy dificultoso y abrupto. Siendo llevado a hombros por los serranos lugareños, se le llama ya desde entonces el “puerto del Emperador”. Desde finales de 1556 hasta la muerte de don Carlos, el 21 de septiembre de 1558, esta parte de la comarca verata se convirtió en el centro del mundo, al que acudían las más insignes personalidades de la época. En la hora de su muerte rodeaban a Carlos V, aparte de su confesor fray Juan de Regla y varios monjes de Yuste, el señor de Jarandilla con algunos de sus familiares y el arzobispo de Toledo, fray Bartolomé de Carranza.

El 8 de marzo de 1599, el rey Felipe III otorga a don Fernando Álvarez de Toledo, primogénito de los condes de Oropesa, el titulo de marqués de Jarandilla.

A la caída del Antiguo Régimen la localidad se constituye en municipio constitucional en la región de Extremadura. Desde 1834 quedó integrado en Partido Judicial de Jarandilla. En el censo de 1842 contaba con 400 hogares y 2191 vecinos.

En la actualidad es Ayuntamiento de la Provincia de Cáceres, Partido de Navalmoral de la Mata y de la Audiencia Territorial de Cáceres, en lo eclesiástico la parroquia de Santa María de la Torre, del Arciprestazgo de Jarandilla de la Vera, Diócesis de Plasencia y Archidiócesis de Mérida-Badajoz.

Fuente: laverata.com

37/230 – Losar de la Vera

El asentamiento humano en la zona se remonta a la época paleolítica como lo muestran los diferentes objetos de caza, guerra y cerámica encontrados en diversos lugares de la Comarca de la Vera. Estos asentamientos estuvieron favorecidos por las excelentes condiciones climatológicas, la fertilidad de los suelos, la abundancia de agua y la seguridad defensiva, que un territorio tan abrupto proporcionaban a sus moradores.

Aunque la presencia humana se remonta a muy antiguo, la población de Losar se cita por primera vez de forma expresa en la segunda mitad del siglo XII, cuando Alfonso VIII realizó la asignación de términos en el año 1189. En esta época se produce un proceso repoblador que marcará el futuro de la población. La procedencia astur leonesa de los repobladores imprimirá las peculiaridades lingüísticas, el folclore popular y el tipo de vivienda rural de la zona. También la repoblación trajo consigo el tipo de régimen de propiedad rural caracterizado por la asignación de pequeños lotes de tierra en propiedad para usos agrícolas y el aprovechamiento colectivo de los bosques y los pastos, régimen que se mantuvo durante siglos.

A principios del siglo XIII, Honorio III concedió al Arzobispo de Toledo, Don Rodrigo Jiménez de Rada, una bula para construir iglesias en diversos lugares recién conquistados de Castilla la Nueva y Extremadura. Entre estos lugares se encontraba Losar, de lo que puede deducirse que la localidad contaba ya con un número de habitantes considerable. Losar también aparece mencionado en la Constitución de la catedral de Plasencia en 1254, como una de las aldeas del Sexmo de la Vera, junto a Jaraíz y Cuacos. Su término fue donado por Alfonso VIII a la ciudad de Plasencia en 1227. Losar pasó entonces a formar parte de la Tierra de Plasencia, disponía de bienes de “propios” formados por tierras, montes y bosques; y también de tierras comunales que eran aprovechas por los vecinos.

A finales de este siglo y durante el siglo XIV, la población de Losar y de la comarca de la Vera en general vio incrementado el número de habitantes con la incorporación de importante población de origen judío.

Al contrario que otras poblaciones de la Vera, Losar se mantuvo bajo el dominio del poder real, excepto durante periodos cortos de tiempo. En 1442 la ciudad de Plasencia y su Tierra fueron donadas por el rey Juan II a Don Pedro de Estúñiga, pero la llegada de los Reyes Católicos supuso el fin del dominio de los Estúñigas y en las Cortes de Toledo de 1480 Plasencia y su Tierra se incorporaron de nuevo al poder real. En 1659 el municipio fue vendido a D. Juan Bautista Serra, Marqués de Villalegre, junto con los de Cabezuela del Valle, Miajadas, El Toril, Robledillo y Talayuela, como medio de nutrir las esquilmadas arcas de la monarquía. Pero la ciudad de Plasencia, perjudicada por esta decisión, presentó un pleito ante el Consejo de Hacienda ganado por la Ciudad del Jerte, con lo que el Corregidor de Plasencia pudo continuar con el uso y ejercicio de la jurisdicción de estas tierras a través del Sexmo.

En 1480 se construyó la actual Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol sobre una iglesia primitiva. Este fue un periodo próspero para Losar pasando de 280 habitantes en 1494 a 425 en 1530, debido a la mano de obra generada por la construcción de la Iglesia. Muestra de este desarrollo fue la aprobación de las Ordenanzas Municipales de Losar de 1522. El emplazamiento de la Iglesia condicionará el asentamiento definitivo de la población. El casco urbano empezó a desarrollarse en forma radial alrededor de este edificio.

A mediados del Siglo XVII el municipio entró en un periodo de decaimiento por motivo de la Guerra con Portugal que supuso la llegada de soldados heridos y enfermos que propagaron las enfermedades entre los naturales del lugar. Losar adquirió el título de Villa el 22 de marzo de 1662. En él se menciona que la jurisdicción de Losar se extiende desde «el sitio del Charco de las Bramaderas, en el sitio de Nuestra Señora del Cincho, prosiguiendo detrás de su ermita hasta entrar en el río Tiétar, río arriba, incluyendo las dos ventas que se encuentran en su ribera. Dejando este río se dirige al mojón de Guijo Blando, próximo al río Moros, este río arriba a dar en su puente, después río arriba y sierra adelante hasta la cumbre, aguas vertiente acá , hasta las tierras del Excmo. Duque de Alba, desde allí sierra adelante hasta donde el sol se pone, Los Linarejos.»

En el siglo XVIII se produjo un relanzamiento de la actividad y el desarrollo del municipio, sólo empañado por la crisis del Castaño a mediados de siglo, que obligó a un cambio significativo en los cultivos y forzó la roturación de nuevas tierras del término municipal.

En el siglo XIX continuó el crecimiento económico y demográfico del pueblo. Así en 1840 contaba con cerca de 2000 habitantes. Hay que destacar que en este siglo, las desamortizaciones civil y eclesiástica no tuvieron repercusión significativa en la localidad. El fondo de propios y comunes no se vio afectado, y sólo el clero secular sufrió la desamortización en pequeña cuantía (3 has., y 49 olivos) pertenecientes a la Fábrica Parroquial, Cofradía de Animas y Capellanías vacantes.

En el siglo XX Losar se mantiene estable con pequeños altibajos propios de las sociedad rurales basadas en una economía de subsistencia,  muy sensibles a las inclemencias meteorológicas y a las epidemias que caracterizan la historia de estas sociedades desde el medievo hasta la llegada de los avances médicos y el desarrollo económico a partir, sobre todo, de la década de los años sesenta del pasado siglo.

La Guerra Civil no tuvo una especial incidencia en el municipio, que quedó bajo la influencia del Frente Nacional. La convivencia en la localidad no sufrió incidentes destacados gracias a la labor de los dirigentes municipales del momento, a diferencia de otros municipios de la comarca donde las represalias y ajusticiamiento tuvieron mayor importancia

Tras la Guerra Civil el municipio continuó bajo una débil economía de subsistencia que se agrava con el crecimiento demográfico causado por las mejoras sanitarias que lentamente llegan a la localidad, provocando un serio desequilibrio entre la población y los recursos naturales existentes.

España abandona el sueño autárquico a finales de los cincuenta y empieza a abrirse a Europa. A partir de este momento, el desarrollo económico del país se acentúa, sobre todo en zonas como Madrid, Cataluña y País Vasco, lugares que, junto a Europa, serán los destinos principales de los losareños en el proceso emigratorio que caracteriza los años 60 y 70 del siglo XX.

La pérdida poblacional en la localidad estuvo mitigada en parte por la roturación y puesta en riego de las tierras de la Finca el Robledo. A finales de los años 50, este acontecimiento palió la pérdida de población pues muchas familias encontraron el sustento necesario y no marcharon de la localidad y sentó las bases del desarrollo social y económico del municipio hasta la actualidad.

Fuente: Ayuntamiento de Losar de la Vera

36/230 – Viandar de la Vera

El término municipal esta situado en la falda meridional del Sistema Central, por lo que cuenta con un relieve abrupto y con fuertes pendientes teniendo las mayores alturas en la Sierra de Martinejos, en el Pico del Cancho (2.274 m.) y la Loma de la Cumbre. La red fluvial que riega el término esta constituida por numerosos arroyos y gargantas, que tienen su desembocadura en el rio Tietar.

Enclavado en la serranía Verata mantiene buenas muestras de la arquitectura tradicional. En 1642 se separa del Señorío de Valverde y conserva su título en pergamino firmado por Enrique IV, así como la Picota o Rollo, símbolo de su independencia. Su término fue habitado desde los tiempos más remotos, encontrándose huellas de un castro celtíbero en el Cerro del Castrejón.

En época medieval dependió del señorío de Valverde, concedido por el Rey Sancho IV (y confirmado por su Fernando IV «El Emplazado» en 1309) a Don Nuño Pérez de Monroy, abad de Santander, familia que lo conversó hasta finales del siglo XIV. A mediados del siglo XV pasó a manos de los todopoderosos Zúñigas, Condes de Nieva, obteniendo el municipio el título de Villa en 1646, bajo el reinado de Felipe IV, conservándose el original en el Archivo Municipal del Ayuntamiento.

A la caída del Antiguo Régimen la localidad se constituye en municipio constitucional, hasta entonces conocido como Viandar en la región de Extremadura, desde 1834 quedó integrado en Partido Judicial de Jarandilla, contaba en el censo de 1842 con 100 hogares y 548 vecinos, en 2020 contaba con 219 vecinos.​

Su economía se asienta sobreactividades tradicionales como la agricultura (pimentón con denominación de origen) y ganadería, aunque cada vez tiene mas peso el sector servicios relacionado con el turismo de naturaleza.

35/230 – Talaveruela de la Vera

Talaveruela de la Vera es un municipio español, en la provincia de Cáceres, Comunidad Autónoma de Extremadura. La población se basa principalmente en la agricultura y construcción. El tabaco, el olivar, y los higos son la base económica de esta población. En menor medida está la ganadería, todavía quedan pastores que se dedican a las cabras y vaquerías. La construcción es una fuente de empleo en este pueblo, que con dos empresas surte de trabajo a los jóvenes de Talaveruela de la Vera.

En la Edad Media, La Vera se independizó de Plasencia y formó importantes señoríos como los de Valverde, Jarandilla y Pasarón, que más tarde, en los siglos XVII, XVIII y XIX, se desmantelarían ya que todas las aldeas se hicieron independientes. Junto a Talaveruela, pertenecían al Señorío de Valverde, Viandar, Madrigal, Villanueva y Salobrar.

En esta población murió Dª Leonor, hermana de Carlos V, durante el viaje que hacía, para visitarle en su residencia del monasterio de Yuste.

A la caída del Antiguo Régimen la localidad de constituye en municipio constitucional, entonces conocido como Talaveruela, en la región de Extremadura que desde 1834 quedó integrado en Partido Judicial de Jarandilla que en el censo de 1842 contaba con 160 hogares y 876 vecinos, en diciembre de 2021 cuenta​ con 365 habitantes.

En la actualidad es Ayuntamiento de la Provincia de Cáceres, Partido de Navalmoral de la Mata y de la Audiencia Territorial de Cáceres, en lo eclesiástico la parroquia de San Andrés, depende del Arciprestazgo de Jarandilla de la Vera, Diócesis de Plasencia y Archidiócesis de Mérida-Badajoz.

34/230 – Valverde de la Vera

A continuación también os dejo un par, de las más de 900 fotografías que tomé, más recientemente, para la Organización de la prueba ciclista BTT denominada Desafío KVB – La Conquista de La Vera 2021 a su paso por esta localidad.

El señorío de Valverde tiene una historia compleja. No se sabe bien en qué circunstancias se fundaría la aldea de Valverde (en cuanto a la Villa sí), pero debemos pensar que tal hecho estaría directamente enlazado con la necesidad de ampliar el poblamiento de estos territorios después de la Reconquista y, sobre todo, con la fundación de Plasencia por Alfonso VIII, a finales del siglo XII.

Aún en el año 1254, no tendría parroquia, pues su Iglesia no se cita en los Estatutos de entonces de la catedral de Plasencia, para el diezmatorio, que datan de esta fecha. Se cree que a finales del siglo XIII, Valverde de la Vera contaría con censo necesario, porque en ese tiempo, antes de morir el Rey Sancho IV el Bravo, entre 1284 y 1295, donó el pueblo, junto con el de Jarandilla, en calidad de señorío, a Nuño Pérez de Monroy, Notario Mayor de Castilla, Abad de Santander, Arcediano de Campóo y Canciller y Confesor de la Reina María de Molina. Le confirmó la donación, su hijo Fernando IV de Castilla, el día 21 de abril de 1309, en calidad de Villa.

La muerte del Abad, el 2 de agosto de 1326, hizo que heredase el señorío su hermano Fernán Pérez de Monroy «El Viejo», segundo señor de Valverde y constructor del magnífico Castillo de Monroy. Posteriormente lo recibió el primogénito de este último que llevaba el mismo nombre y retuvo el mencionado estado feudal por privilegio de Alfonso XI de Castilla, en Sevilla, con fecha 30 de diciembre de 1344.

Vicisitudes tras vicisitudes, después pasó al reino a manos de su hija Catalina Alonso de Monroy y del esposo de ésta, Mosén Guirao, y luego a los hijos de ambos, Fernán Pérez de Monroy III, quinto señor de Valverde (por ratificación de Juan I, «1379»), el cual luchó encarnizadamente con los Almaraces, irreconciliables de su familia: Juan Gómez de Almaraz llegó a poner sitio al castillo de Valverde a finales del siglo XIV, fracasando y muriendo en el empeño. Fernán Pérez de Monroy III murió con más de setenta años asesinado por Diego Gómez de Almaraz, que había jurado vengar la muerte de su padre.

En tiempos de Enrique III, el de las Mercedes, heredó el señorío, por derecho de consorte, el mariscal de Castilla y señor de Arroyo Garci González de Herrera. Murió sin descendencia y ésta fue la razón por la que el rey Enrique III entregó Valverde al infante Don Fernando que, a su vez, lo cedió a Beatriz de Portugal, séptima señora de Valverde. Según afirma Velo y Nieto, Beatriz se casó con Pero Niño y tuvieron una hija, Leonor Niño de Portugal, octava señora de Valverde. Leonor, por su parte, se desposó con Diego López de Zúñiga, a quien Enrique IV concedió en 1473 el condado de Nieva.

Reposan ambos cónyuges en sendos sepulcros que se conservan en la parroquia y su unión explica que, desde este momento, el señorío de Valverde pasase a depender de la poderosa familia de los Zúñiga (emparentada luego con los Velasco) que lo conservó hasta el siglo XIX.

Del dominio de los Zúñiga sobre la aldea de Valverde tenemos una prueba en el rollo o picota, que permanece en una recoleta plazuela de la localidad. Es de suponer que fuera construido por los Monroy al ser concedida a la aldea la calidad de Villa, sería a partir del 1309 en la primera mitad del Siglo XIV. Como se observa en la parte de arriba, el rollo fue aumentado por los Zúñiga, por eso existen los dos escudos de ambas casas.
En el año 1811 Valverde de la Vera sufrió las consecuencias de la ocupación francesa y Guerra de la Independencia, hubo tropas acantonadas como en otros lugares de la comarca: la iglesia fue convertida en cárcel pública por los invasores, celebrándose la misa mientras tanto en la Ermita del Santo Cristo del Humilladero.

A la caída del Antiguo Régimen la localidad de constituye en municipio constitucional, desde entonces conocido como Valverde de Vera en la región de Extremadura y que desde 1834 quedó integrado en Partido judicial de Jarandilla​que. En el censo de 1842 contaba con 240 hogares y 1315 vecinos, en 2020 contaba con 465 habitantes.