8/230 – El Torno

Historia

Desde tiempos prehistóricos el término estuvo habitado, prueba de ello son los utensilios de piedra tallada (hachas, puntas de lanza), dispersos por todo el territorio, y las tumbas antropomorfas halladas en las fincas Mojigato, Romanejo y Prado Camocho, fechadas en la Edad de Hierro.

Fue asentamiento de culturas romana ( vía procedente de Cáparra que atravesaba nuestro término) y árabe (restos de tejar árabe en Los Cerros de la Butrera y Viñazos). El origen y fundación del pueblo, hay que buscarlos en el asentamiento de montañeses vizcaínos y asturleoneses durante la Alta Edad Media. Así encontramos apellidos semejantes a los vizcaínos ( Ej. Elizo, del Eliza vasco).

El origen del nombre del pueblo hace referencia al instrumento utilizado para trabajar la madera.

La invasión francesa dejó marcadas huellas en 1809. La quema que sufrió el pueblo durante la guerra de la Independencia queda reflejada en la «Leyenda del Tío Picote» escrita por J. García Morgado.

Cuenta la leyenda que: «A la salida de misa, un domingo de Agosto de 1809 llega a la plaza un destacamento francés al mando de un sargento, que exige, con gran premura, la entrega de seis arrobas de vino al señor alcalde, negándoselas éste alegando que todas las existencias de vino se las había entregado a las tropas españolas de Cuesta. El Sargento se insolenta replicando con malos modales al tono comedido del alcalde, que pretendía evitar que los vecinos se enterasen y se organizase un alboroto. Sin embargo los torniegos se fueron arremolinando al ruido de las crecientes voces. El suboficial francés termina dando un culetazo en el pecho de la primera autoridad torniega. Un hijo de éste, aún pequeño, vengó el golpe, dando una certera pedrada en la boca del sargento. El pueblo se abalanzó sobre los insolentes enemigos, matando alguno, haciendo prisioneros a otros y persiguiendo a pedradas a los pocos que lograron escapar. Se festejó la victoria. Temerosos de la airada acción de Soult, se juntaron a deliberar los vecinos: unos querían entregar a Soult los prisioneros, pero otros no se fiaban de él. En medio de las vacilaciones se escuchó una voz decidida de mujer, que acusaba a los hombres de cobardes por no querer luchar y que aseguraba que las mujeres se bastarían para defenderse. La animosa moza era hija del conocido popularmente «El Tío Picote», a quien se encomendó la estrategia de lucha. Siguiendo el plan trazado, un puñado de mozalbetes se adelanta a espiar la llegada y alarmar a los que se situaban en Los Canalones, paso obligado de la cañada; éstos estaban pertrechados de los fusiles capturados al enemigo. El resto de los hombres y mujeres se armaban rudimentariamente de hoces, hachas y palos. Los niños, viejos e inservibles se refugiaron el La Picotilla, portando ajuares y víveres. Pronto se comunica la subida de una importante tropa de dragones. Cuando llegan a la altura de Los Canalones, y al ver la viña sazonada de sabrosos frutos, colocan los fusiles en pabellones y se avalanzan sobre los racimos maduros. De un disparo cae el comandante de la escuadra, que cuando quiere tomar sus armas cae abatido por la sorpresiva hueste del Tío Picote. Por medio del Corregidor Placentino, se concertó la entrega de prisioneros al Mariscal Francés quien promete en falso no atacar más al pueblo. En Plasencia Tío Picote y los torniegos son aclamados. Pasados un par de días Soult, incumpliendo su palabra decide tomar venganza contra quienes le habían humillado por dos veces. Manda la mejor de sus divisiones con la orden terminante de no dejar piedra sobre piedra en El Torno. Enlaces placentinos alertan a los torniegos, que se echan al monte antes de la llegada francesa. Al atardecer del 24 de agosto de 1809 llegan al lugar, y aprovechando el lino puesto a secar, lo utilizan como teas para prender la población por diversos puntos, resultando 219 casas destruidas. Aprovechando la humareda, los bravos torniegos se desquitan sangrientamente en los franceses que encontraban. El Tío Picote con un puñado de valientes torniegos, formó una partida guerrillera, en la que militaba su aguerrida hija.»

Información sacada de la web del Ayuntamiento

7/230 – Casas del Castañar

Casas del Castañar es un municipio español de la provincia de Cáceres, Extremadura.
Se localiza en la sierra de Tormantos, en las estribaciones de la Sierra de Gredos, en el Valle del Jerte.
En 2016 contaba con 602 habitantes censados.

Historia

Su origen está en el pueblo de La Asperilla. Ya en tiempos de Alfonso VIII se habla de este asentamiento como lugar de caza de osos y lobos. Su fundación, imprecisa, se localiza en tiempos de la Reconquista cuando el rey Alfonso VIII ganó estas tierras a los musulmanes, pasando su población, a finales del siglo XII, a depender de Plasencia. La nueva aldea surgió entre la arboleda en algún momento de la segunda mitad del siglo XV como un conjunto irregular de sequeros de castañas.
Casi de inmediato, algunos vecinos de Asperilla decidieron establecerse de por vida al cobijo de los árboles de los que dependía su existencia. Aquellas casas de campo en origen se fueron transformando de manera apresurada en viviendas de uso permanente. El resultado fue un complejo urbanístico de arquitectura entramada que se ramificó sobre cuestas en torno a la iglesia de San Juan Bautista.
Durante casi 300 años ambos pueblos coexistieron a regañadientes tratando de delimitar su territorio hasta que bien entrado el siglo XVIII Casas del Castañar terminó por engullir a su aldea matriz.
En la época de la Guerra de la Independencia con los franceses, se fue despoblando el pueblo de la Asperilla y los habitantes fueron desplazándose hacia la sierra, a los secaderos de castañas. De ahí surge el nombre de Casas del Castañar y Asperilla. El último habitante de la Asperilla fue el cura, que se negó a abandonar el pueblo original. Por lo que se cree, en la iglesia actual se conservan de la iglesia del pueblo anterior la pila bautismal y una piedra en la que se habla de un terremoto del siglo XVIII.
Es interesante la visita a los restos del antiguo pueblo de La Asperilla en la margen izquierda del río Jerte, con las ruinas de una antigua iglesia y algunos muros de viejas construcciones, con viviendas levantadas sobre un cerro junto al antiguo Camino Real. Cerca de este pueblo se conservan algunos pilares de lo que se cree fue un puente romano. En los riscos de Villavieja existen algunos restos de un poblado celta.
A la caída del Antiguo Régimen la localidad se constituye en municipio constitucional, entonces conocido como Casas del Castañar y Asperilla en la región de Extremadura. Desde 1834 quedó integrado en el Partido Judicial de Plasencia.​
En el censo de 1842 contaba con 180 hogares y 986 vecinos.

Patrimonio

Campanario de la iglesia de San Juan Bautista.
La Junta de Extremadura ha declarado a cinco castaños de la localidad como árboles singulares.

Información de la Wikipedia.

6/230 – Valdastillas

Valdastillas es un municipio de España, en la provincia de Cáceres, Comunidad Autónoma de Extremadura.
Está ubicado en las estribaciones de la Sierra de Tormantos, en la comarca del Valle del Jerte.
Tiene un área de 8,1 km², con una población de 334 habitantes y una densidad de 45,43 hab/km².
Valdastillas nace como lugar dependiente de la aldea medieval de Ojalvo, dividiéndose en dos pequeños núcleos de población a media ladera uno en la umbría (Valdastillas) y otro en la solana (Rebollar). A finales del siglo XV, en 1494 ya aparece con su nombre Valdastillas en la relación de lugares y vecinos. La iglesia se construyó en el siglo XVI, prueba de ello son los escudos de los obispos placentinos Vargas Carvajal y Ponce de León que lucen en sus muros, destacando en su interior dos retablos de azulejos talaveranos del siglo XVI. En el siglo XVIII En el Censo de Floridablanca de 1.786 Valdastillas cuenta con una población de 272 vecinos. Durante los siglos XIX y XX la población se irá arraigando y aumentando en número, pasando del cultivo del castaño al cultivo de la cereza, actual recurso de la población cuqueña, destacando las instalaciones de la Agrupación de Cooperativas.

Patrimonio :
Iglesia parroquial católica de Santa María de Gracia

5/230 – Rebollar

Rebollar es un municipio español de la provincia de Cáceres, Extremadura, situado en el valle del Jerte al norte de la Comunidad Autónoma. Perteneció al municipio de Valdastillas hasta los años 1920.1​
Tiene doce km² de extensión2​ y se encuentra a una altitud de 622 m.
Historia
En su término municipal se han encontrado numerosos restos prehistóricos como puntas de lanza, utensilios de moler y también tumbas, por lo que se supone que la zona estuvo habitada desde muy antiguo. Se tiene constancia de la existencia en el término municipal de un verraco vetón, hoy en día desparecido.
Rebollar, junto con Valdastillas formó parte de la extinta Campana de Ojalvo, que fue su aldea matriz y que desapareció durante el siglo XVIII.

La tradición dice que los forasteros del pueblo deben calzar el cancho (piedra grande) para tener una buena acogida. Si no, son arrojados al pilón.

Patrimonio
Iglesia parroquial católica de Santa Catalina de Alejandría Virgen y Mártir.

2/230 – Jerte

 
En la pagina http://www.jerte.es/historia dicen de Jerte lo siguiente:

Para hablar de la historia de Jerte nos vamos a centrar en cuatro hechos importantes sucedidos en los últimos quinientos años:

Ordenanzas del concejo de Xerete de 1564.
Título de villa otorgado por Carlos II en 1699.
Encuesta de la Real Audiencia de Extremadura de 1791.
Quema de la villa en la guerra de la Independencia en 1809.
Breve reseña de la actualidad.

I.- Ordenanzas del concejo de XERETE
Los documentos escritos más antiguos sobre la villa de Jerte son unas ordenanzas del «Concejo de Xerete del año 1564» transcritas por Marcelino García López y editadas en 1998 en un libro del mismo nombre.

En dichas ordenanzas se puede comprobar que Jerte era un Lugar (entidad municipal menor) dependiente de la ciudad de Plasencia pero con cierta autonomía ya que aunque existen referencias continuas a los Justicias y Regidores de la ciudad placentina también existen a los usos y costumbre propios de Jerte.

Las ordenanzas fueron aprobadas en concejo abierto con la asistencia de 49 vecinos cuando el censo eran 160, aproximadamente.

Estas ordenanzas del concejo son ordenanzas municipales que sirvieron para regular todos los aspectos relativos a la organización civil e incluso criminal de los lugareños: oficios; terrenos propios y comunes; compra y venta; caminos, cañadas y vados; caños de agua y riegos; limpieza de caminos y callejas; entrada y tránsito por fincas ajenas; uso de calles y callejas, entradas del ganado, basura, corral concejo; salud del ganado; corta de leña y madera; responsabilidades por daños; penas y cobro de las mismas; autoridades; …

Sabemos que el alcalde ordinario nombrado en 1564 fue Alonso Mancebo con un sueldo de 110 maravedíes. En 1573 fueron nombrados Juan Sánchez y Francisco Delgado.

Los regidores nombrados en 1564 con un sueldo de 100 maravedíes fueron Pedro Hernández Toribio y Alonso Ruiz del Rincón.

El escribano del concejo era Diego Gallego y el escribano público Luis Alemán.
El procurador del lugar era Gonzalo Francisco «el viejo».

Podemos deducir de las ordenanzas que el núcleo urbano del lugar de Jerte en el año 1564 se estructuraba a lo largo de la calle Mayor que era utilizada como Camino Real y cañada de trashumancia de la Mesta. En el centro se situaría la plaza de la Iglesia (la iglesia actual fue construida sobre las ruinas de aquella antigua hacia 1760). La iglesia también servía de cementerio y recientemente aparecieron las tumbas de aquella época con restos de sus moradores en unas reformas realizadas viniendo a corroborar lo ya supuesto por el testamento de Catalina Jiménez, casada con Alonso Ruiz, dictado en 1612.

En aquella época Jerte tenía, según el historiador Flores del Manzano, unos 700 habitantes: 128 vecinos casados, 43 viudas y 12 menores.

De las ordenanzas podemos deducir que los lugareños de Xerete tenían la agricultura y la ganadería como recursos para su subsistencia.

II.- Título de villa concedido a Jerte por el rey Carlos II en 1699
El título de villa le fue concedido a Jerte por el rey Carlos II en el mes de Abril del año 1699.

El juez encargado por su majestad para realizar todas las gestiones burocráticas fue don Baltasar de Aponte Toledo y el escribano receptor don Cristóbal de Solís.

El juez salió de Madrid el día 7 de abril y llegó a Jerte el día once del mismo mes (ni que decir tiene que todos los gastos corrieron de parte del pueblo de Jerte que quedó hipotecado para mucho tiempo) nombrando alguacil al lugareño Martín Aldana Cariaga.

En aquellos momentos eran alcaldes ordinarios del lugar, nombrados por la ciudad de Plasencia, Francisco López y Alonso Casas.

El día once de abril fueron nombrados alcaldes ordinarios de la villa Juan Muñoz Carrón y Salvador Jiménez; regidores a Baltasar Delgado y Francisco Gallego; fue nombrado procurador general Rodrigo Beato.

El día quince de Abril fueron inventariados todos los vecinos de la villa: se procedió a visitar una a una las 112 casas habitadas dando fe las autoridades de cada uno de las personas que vivían en ellas.
En los días siguientes se delimitó el término de la villa de Jerte y se mandaron escritos a los pueblos limítrofes por si querían alegar algo.

El día veinte de abril se dio posesión a los vecinos de la villa del coto cerrado primitivo que le toca y donde tienen sus haciendas.

Desde ese momento el lugar de Jerte se emancipa de la ciudad de Plasencia y se convierte en villa.

III.- Encuesta de la Real Audiencia de Extremadura
En el año 1791 podemos conocer datos históricos de la villa de Jerte a través de la encuesta que realizó don Melchor Basandre, visitador de la Real Audiencia de Extremadura.

En aquella época la villa de Jerte contaba con 250 vecinos (familias), no habitantes.
Se puede deducir de la encuesta la decadencia del castaño en la localidad, la existencia de 300 cabezas de ganado vacuno, de 500 de cabrio, de 100 de cerduno; la existencia de lobos y jabalís en la sierra donde existe un terreno inculto de 380 fanegas de sembradura; que los ríos y gargantas ofrecen buenas truchas; las cosechas agrícolas que existen: 15.000 arrobas de vino, 1.200 fanegas de castañas, 130 arrobas de peras, 150 arrobas de peros y camuesos, 40 arrobas de ciruelas, 20 arrobas de cebada, 400 arrobas de centeno, 30 arrobas de garbanzos, 10 arrobas de alubias, 500 arrobas de patatas y 700 de pimientos; también existían huertas al lado del río donde se cultivan cerezos y guindos.

Esta encuesta informa así mismo de las malas condiciones de salubridad e higiene en el pueblo y la carencia de servicios.

IV.- Guerra de la Independencia, hechos de 1809
Otro periodo histórico muy significativo para la villa de Jerte fue la guerra de la Independencia y si hoy día recorremos sus calles y plazas podremos observar como los rótulos de las mismas recuerdan nombres de personajes que se destacaron en la defensa del pueblo frente a las tropas napoleónicas.

En Abril del año 1809 los franceses quisieron adentrarse en el Valle desde Barco de Ávila pero los combatientes de Jerte ayudaron al entonces coronel Francisco Fernández Golfín (más tarde llegaría a ser Ministro de la Guerra) y a los hombres del comandante Diego González Aragonés a rechazarlos en el puente Becedas.

Esta oposición de los jerteños a los invasores fue la causa de la destrucción de la villa el 21de Agosto del mismo año 1809. En dicha jornada se presentan en Jerte por sorpresa una nutrida sección del duque de Alsacia y los vecinos apenas tuvieron tiempo de huir al monte después de haber escondido sus enseres en los subterráneos bodegones.

El enemigo procede a la quema sistemática de todas las casas impidiendo que los lugareños puedan sofocar el incendio. Sólo quedan en pie ocho casas de las 275 existentes. Los franceses permanecieron un mes en la localidad obligando a los jerteños a refugiarse en las sierras en cuevas y entre canchales, muchos no soportaron la dura prueba.

Cuando el invasor se retiró, los jerteños bajaron y se encontraron con un espectáculo desolador: no había quedado nada, ni casas, ni enseres, ni camas, ni ropas, ni herramientas, … más de uno se marchó a pueblos vecinos buscando parientes cercanos y otros se vieron obligados a vivir en chozas. Pero todos se pusieron manos a la obra para reconstruir su pueblo que fue capaz de resurgir como ave fénix de entre las cenizas ocasionadas por los franceses.

Y no acabaron aquí las desgracias ya que los responsables del partido de Plasencia les trataban fiscalmente como si nada hubiese sucedido derramando inexorables tributos sobre sus economías empobrecidas. El pueblo de Jerte delega en su párroco, el doctor Félix Caleya, para que los represente ante el corregidor placentino Demetrio Ortiz ante el cual el cura se atreve a pronunciar con lenguaje contundente: «ni Dios, ni Rey, ni Gobierno alguno puede querer se grave como existente a un pueblo desolado ni que sea tratado con la dureza de que no han usado los mismos enemigos». Pero después de muchos esfuerzos el pueblo logra su deseo de ser exonerado de toda carga fiscal durante cinco años para poder dedicarse plenamente a la reconstrucción del lugar. Reconstrucción que lograron al cabo del tiempo con un esfuerzo sobrehumano y penalidades sin fin.

V.- Jerte en la actualidad
Hoy en día la villa de Jerte es una localidad de 1.350 habitantes enclavada en la comarca del norte cacereño llamada valle del Jerte, comarca de una belleza natural incomparable.

La economía de los habitantes de Jerte depende fundamentalmente de dos áreas complementarias como son el cultivo del cerezo y el turismo.

Además del cerezo, el pueblo de Jerte tiene otros productos agrícolas como la castaña, la aceituna, la frambuesa, la ciruela,… ya que su fértil tierra es idónea para el cultivo de cualquier frutal.

Lo escarpado del terreno hace que la agricultura se desarrolle en pequeños minifundios con fincas abancaladas en «gavias» para evitar la erosión y que dificulta la mecanización del campo.

Aunque existe una pequeña cabaña ganadera de cabras y ovejas, la ganadería está en franco retroceso y ya no se ven las sierras con las majadas llenas de cabras y cabreros.

Otro pilar importante de la economía jerteña es el turismo. Debido a la belleza natural de la zona, a sus cristalinas aguas, a su clima agradable, a su flora y a su fauna, al espectacular panorama del cerezo en flor, a su monte «Reboldo», a la Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos,… se está desarrollando en Jerte una actividad turística importante con casas rurales, piscinas naturales, hoteles, apartamentos rurales, restaurantes, servicios a la colectividad, …

También es un atractivo turístico la celebración de las fiestas tradicionales de nuestra localidad.

1/230 – Tornavacas

0001
0001
0002
0002
0003
0003
0004
0004
0005
0005
0006
0006
0007
0007
0008
0008
0009
0009
0010
0010
0011
0011
0012
0012
0013
0013
0014
0014
0015
0015
0016
0016
0017
0017
0018
0018
0019
0019
0020
0020
0021
0021
0022
0022
0023
0023
0024
0024
0025
0025
0026
0026

Debido a su situación estratégica como paso natural, así como a la bondad de su clima, es de suponer una temprana ocupación del Valle del Jerte por el hombre. La existencia de construcciones megalíticas, artes rupestres y utensilios neolíticos nos confirma esta idea.
En la Edad Antigua, por el Valle desarrollaron sus actividades ganaderas pequeños asentamientos de Vetones aprovechando los recursos naturales de la zona. Por su parte, los romanos construyeron vías de las que quedan vestigios. De su último período hay abundantes restos en forma de monedas, estelas, lápidas, etc…
En la Edad Media, decir que sobre la ocupación árabe, apenas quedan testimonios, excepto el nombre del río, «xerte», aludiendo a la angostura del Valle o a la pureza de sus aguas. El origen de las actuales poblaciones hay que buscarlo en tiempos de la Reconquista. Con la fundación de Plasencia por Alfonso VIII, en el siglo XII, la cuenca del Jerte fue rápidamente poblada, si bien este proceso se alargó hasta el siglo XV cuando nacen los núcleos serranos (Cabrero, Rebollar, Barrado…) La población se dedicaba por igual a la agricultura y al pastoreo.
Dentro de esta prolongada etapa histórica, hay que destacar la aportación de la población hebrea, en pueblos como Cabezuela, cuya aljama fue de las más notables de la zona.
Ya en la Edad Moderna,en el siglo XVI, el paso de Carlos V de Alemania dejó una importante huella en estos pueblos, sobre todo en Tornavacas, donde pernoctó. La comarca seguía dedicándose a tareas agropecuarias, con una gran importancia del cultivo del castaño que se tradujo en un crecimiento demográfico y mejora de las condiciones de vida en los siglos XVII-XVIII.
Dentro de la Edad Contemporánea, las convulsiones del siglo XIX marcaron la vida de la comarca, con la invasión francesa, que asoló varias poblaciones (Jerte, El Torno) y dañó seriamente otras (Vadillo, Asperilla).
Alrededor de los conflictos armados de este siglo, la comarca fue escenario de las actuaciones de grupos de militares anti-constitucionales (Trienio Liberal) o partidas carlistas que combatieron por sus ideales.
A lo largo del siglo XX el incremento del cultivo del cerezo no sólo ha modificado el paisaje del Valle sino que ha sido el motor de la mejora sustancial en la calidad de vida de sus habitantes constituyendo hoy día su principal ocupación y fuente de riqueza.


La Wikipedia dice:
En el siglo XIV la villa perteneció a los Álvarez de Toledo. En otros tiempos se denominó Villaflor de las Cadenas. La versión más aceptada acerca del origen del topónimo que en la actualidad da nombre al valle y al municipio, es la orden que el rey Ramiro II de León dio a su lugarteniente para que regresaran las vacas, que con teas encendidas en sus cornamentas, habían servido para asustar y poner en fuga al ejército musulmán. Esto sucedió durante la Reconquista, en el siglo X. El lugar donde dieron vuelta los astados pasó a denominarse “Tornavacas”.
Desde su pase a la jurisdicción del conde de Oropesa y hasta 1492 contó con una comunidad judía, con categoría de aljama, concentrada en las callejuelas que confluyen en la Calle Real.
A la caída del Antiguo Régimen la localidad se constituyó en municipio constitucional en la región de Extremadura que desde 1834 quedó integrado en Partido Judicial de Jarandilla ​que en el censo de 1842 contaba con 260 hogares y 1.424 vecinos.​
Es a finales de esta centuria cuando empieza a cobrar importancia el cultivo del cerezo para la economía de la comarca. La construcción de la carretera N-110, que recorre todo el Valle de punta a punta (desde Tornavacas hasta Plasencia, siendo el eje que vertebra la comunicaciones por carretera), supuso un impulso para comercializar la cereza y para la vida en general de la comarca.

Información obtenida de la Web del Ayuntamiento de Tornavacas y Wikipedia