45/230 – Malpartida de Plasencia

(Las fotografías aéreas se han tomado contando con los permisos necesarios y en coordinación con el helipuerto afectado).

Los habitantes de Malpartida de Plasencia se conocen por el gentilicio de «Chinatos». Aunque no se sabe a ciencia cierta el origen de esta denominación, se hace uso de la literatura popular para ofrecer una leyenda a dicho gentilicio, basándose en que, en cierto momento histórico, los habitantes de Malpartida, hartos de tener que asistir al culto religioso a Plasencia, se llevaron la imagen del Santo (San Juan Bautista) a su pueblo. Los habitantes de Plasencia, indignados, corrían detrás de ellos, pero éstos les lanzaban piedras grandes (chinarros), y de ahí el nombre. Aunque estudiosos de la región aseguran que el nombre proviene, probablemente de un paraje natural existente en los aledaños de la localidad, llamado «La china» y en el que abundan los «guijos» o «guijarros», pequeños rollos blancos llamados «chinarros» (Chinatos).

No se sabe la fecha de la fundación de esta localidad, ya que los archivos municipales fueron destruidos en la Guerra de la Independencia Española por las tropas de Napoleón, a consecuencia de la batalla del Tiétar. En el término municipal se han encontrado restos de la prehistoria, como el torreón del Calamoco. Existen vestigios de la existencia de una población en el lugar en la época romana. Las primeras noticias de la actual localidad de Malpartida datan de 1494, cuando la población tenía 180 habitantes. Hacia 1513, muchos chinatos contribuyeron a la conquista de América, siendo Diego Gómez de Malpartida el primero del que se tiene noticia. Según el Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura, en 1791 Malpartida era una aldea de Plasencia con 405 vecinos. A la caída del Antiguo Régimen la localidad se constituye en municipio constitucional en la región de Extremadura y desde 1834 quedó integrado en el Partido Judicial de Plasencia.​ En el censo de 1842 contaba con 400 hogares y 2191 vecinos. Según los datos publicados por el INE a 1 de Enero de 2022 el número de habitantes en Malpartida de Plasencia es de 4.635​.

44/230 – Pasarón de la Vera

El nombre de Pasarón podría derivar de “Pas-Xaram”. Significa Valle del Paso, probablemente por su ubicación entre La Vera y el cercano Jerte. Para hablar de la historia de Pasarón tenemos que remontarnos miles de años. El verraco que figura en el escudo nos da una pista clara de los primeros orígenes de Pasarón de la Vera. Y es que las tribus vetonas poblaron estos lares antes de la ocupación romana. De hecho, el verraco del que hablamos existió grabado en piedra y sería una de las pruebas más evidentes del paso de estas tribus. Además, los vestigios hallados por esta zona nos hacen pensar que estas fértiles tierras ya fueron pobladas por civilizaciones prehistóricas.

El surgimiento de Pasarón asienta sus raíces en la reconquista de Alfonso VIII de Castilla en parte de la Trasierra y con la fundación de la ciudad de Plasencia en el año 1.186. En lo que se refiere al asentamiento repoblador, lo más probable es que fuera llevado a cabo por leoneses. Esto se evidencia por toda una serie de características; peculiaridades lingüísticas, folklore o tipos de vivienda que responden más a la influencia asturiano-leonesa que a la castellana. En estos años se estableció un régimen de propiedad rural por el cual se dividía la tierra en pequeños lotes para pequeños propietarios, además del disfrute comunal de bosques y pastos, algo que sigue muy arraigado hoy en día.

Las aldeas que florecían en la comarca dependían a nivel político y administrativo de la ciudad placentina, de hecho, Pasarón de la Vera perteneció a Plasencia hasta el año 1.331, momento en el que se convertiría en Villa de Señorío en virtud del privilegio que concedió el monarca Alfonso XI al infante Alfonso de la Cerda.

Otro de los hechos clave en la historia de Pasarón lo encontramos ya en el siglo XVI, cuando la villa pasó a ser propiedad de Garcí-Fernández Manrique de Lara, conde de Osorno y primer propietario del palacio que lleva su nombre, una de las joyas del patrimonio local y escenario de excepción para La Leyenda de la Magdalena. La relación de amistad entre el conde y Carlos V hizo que asistiera a su coronación en Italia, plasmando después la influencia renacentista en el palacio pasaroniego, que bien merece una mención especial. Sin lugar a dudas, la retirada del emperador al Monasterio de Yuste en 1.557 supuso un hecho clave que hizo florecer el desarrollo económico, el conocimiento de esta comarca y por ende, de Extremadura.

A la caída del Antiguo Régimen la localidad se constituye en municipio constitucional, entonces conocido como Pasarón en la región de Extremadura que desde 1834 quedó integrado en Partido Judicial de Jarandilla. En el censo de 1842 contaba con 270 hogares y 1479 vecinos, según los datos publicados por el INE a 1 de Enero de 2022 el número de habitantes en Pasarón de la Vera es de 600.

43/230 – Collado de la Vera

Collado fue una aldea perteneciente al Sexmo de Plasencia hasta el siglo XIX. El acontecimiento más importante de su época como lugar pedáneo ocurrió aproximadamente en el siglo XVI, cuando se le concedió el privilegio de tener un jubileo con indulgencia plenaria el Miércoles Santo de cada año. Aunque se desconoce con exactitud quién, por qué y cuándo concedió el privilegio, éste se sigue celebrando aún.​

A la caída del Antiguo Régimen la localidad se constituye en municipio constitucional en la región de Extremadura y desde 1834 quedó integrado en Partido judicial de Jarandilla que en el censo de 1842 contaba con 30 hogares y 164 vecinos, ​a 1 de Enero de 2022 el número de habitantes en Collado de la Vera es de 237

42/230 – Garganta La Olla

La zona ya estuvo poblada desde antiguo, como lo demuestra la presencia de varios castros vetones. En tiempos visigodos existían dos monasterios de cierta fama, en la actualidad lamentablemente derruidos, el de San Martín de Tours y el de San Salvador.

La primera población del término se conoció como Ad fauces (de faux, faucis) que significa junto a las gargantas. En la actualidad, la población, que es de fundación altomedieval, se conoce como Garganta la Olla debiendo este apelativo a la orografía del lugar. Se encuentra en la confluencia de dos gargantas, la Mayor y la de San Blas. Es muy probable, que el nombre original de la garganta Mayor, fuera el de la garganta de la Olla, y que el pueblo fundado, en origen se llamara, el pueblo de la garganta de la Olla. Lo cual indicaría además que en algún tiempo, la región se conoció como La Olla.

Aguas abajo de la garganta Mayor existen los restos de una población más antigua conocida como Carnaceas. Dado que el cambio de la población fue a una zona más elevada y segura, es posible que Carnaceas se tratara de alguna población ocupada por las tropas de Alfonso VI o fundada en la época, que posteriormente fue destruida por los almorávides. El término Carnaceas, se relaciona con el de carnicería, en relación con la matanza que tuvo lugar. Queda ahora la duda, si aquella población fue la original Ad fauces.

Entre Alfonso VI y Alfonso VIII, las tierras volvieron a pasar a manos cristianas, creándose en un feudo fronterizo bajo la titularidad de Fernán Rodríguez de Castro.

El municipio terminó siendo incorporado al reino de Castilla en algún momento de finales del siglo XII, por el rey de Castilla Alfonso VIII. Estas tierras fueron colonizadas por contingentes de colonos del Reino de Castilla, en su gran mayoría de las sierras de Ávila, localidad a la que en un principio perteneció. Se da el caso, que estos repobladores, ganaderos principalmente, tenían mayoritariamente un origen vasco-navarro, al igual que la mayor parte de las poblaciones repobladas en las sierras abulenses.

Respecto a la teoría del origen altomedieval de la población Garganteña, a partir de población de Caparra, hay que considerar dos detalles, por una parte que Caparra en esta época estaba casi despoblada, y por otra, que las tierras de Caparra pertenecían al reino de León.

La población formaba parte de lo que se conocía como el Sexmo de la Vera, asociación de pueblos para la administración común de bienes, que fue asignado a la Ciudad de Plasencia, bajo la forma del Sexmo de Plasencia. Dicha ciudad organizó la localidad, ejerciendo jurisdicción sobre ella. La presencia de algunos apellidos toponímicos castellanos, navarros y vascos (Curiel, Mayora, Lerga, Acedo, Carrondo, Redondo, Bolivar entre otros) parece apuntar que no se limitó a una mera organización de la población preexistente, sino que trajo pobladores de los reinos de Castilla y de Navarra.

En 1340, Alfonso IX, la cedió a los infantes de la Cerda, como agradecimiento por el reconocimiento que le hicieron como monarca en Almendral. La ciudad de Plasencia, se negó a perder su jurisdicción sobre la población imponiéndoles pagos por el aprovechamiento de los recursos de la localidad, con tal virulencia, que los naturales se quejaron a los infantes de la Cerda y amenazaron con la despoblación. Estos a su vez lo hicieron al rey de Castilla, que por entonces era Enrique II, el cual amonestó a la ciudad. Más tarde perteneció al Marqués de Villena. D. Diego López Pacheco marqués de Villena, perdió la posesión del término, que paso de nuevo a la corona, como motivo de haber apoyado a Juana la Beltraneja en la batalla de Toro. Quedando los marqueses como meros administradores de justicia civil y criminal a través de personas nombradas por ellos para el cargo. Esta situación se prolongó hasta el siglo XIX.

Plasencia, por su parte, intentó recuperar su jurisdicción sobre Garganta hasta finales de la edad media. Ocupó terrenos del término, que fueron recuperados por la población gracias a diversos pleitos ganados entre los años 1490 y 1493. La ciudad tuvo que repartir los terrenos que había ocupado entre los garganteños y pagar los gastos de los pleitos. Es de destacar que en 1492 se dio incluso un enfrentamiento armado entre los dos bandos; la ciudad por una parte y los que apoyaban el señorío por otra. Estos últimos organizados en lo que llamaron «Guerrilla de San Martín» y apoyados por tropas del conde de Oropesa, plantearon combate sirviéndose como protección de las murallas del antiguo monasterio de San Martín y resultaron vencedores. Hasta el año 1772 merced a una ejecutoria, consiguió el disfrute del aprovechamiento integral de tierras y pastos.

No parece que fuera especialmente dañada durante la Guerra de independencia, ni que se rebelara, como hicieron otros pueblos de la zona contra las tropas de Napoleón. Tampoco es de destacar que se viera afectada por las guerras carlistas.

A la caída del Antiguo Régimen la localidad de constituye en municipio constitucional en la región de Extremadura que desde 1834 quedó integrado en Partido judicial de Jarandilla ​que en el censo de 1842 contaba con 360 hogares y 1972 vecinos.​

Durante la guerra civil, la población cayó bajo el control del bando sublevado, no registrándose confrontaciones armadas en la zona, si exceptuamos las posteriores relacionadas con la lucha del maquis.

A lo largo del siglo XX, fue perdiendo población por emigración en un proceso que aún no ha parado y que ha supuesto la reducción del número de habitantes a la tercera parte de los que eran en el siglo XIX. La mayoría de los emigrantes se trasladaron a las grandes ciudades (Madrid, Bilbao y Barcelona) y en el extranjero a Holanda, quedando una numerosa comunidad de garganteños y descendientes en Eindhoven.

En 1982 fue declarado Conjunto Histórico-Artístico.

En 2022 contaba con 924 habitantes censados.

Fuente / Wikipedia / https://es.wikipedia.org/wiki/Garganta_la_Olla

40/230 – Aldeanueva de la Vera

El municipio ha acogido poblaciones desde la época prerromana. No solo hay castros vetones, sino que además está localizada una villa romana, en el Paraje de San Gil que se continuó con un poblado de época visigoda. En dicho paraje se han encontrado importantes restos funerarios de época romana. También se encuentra una necrópolis visigoda en la que había un sarcófago labrado en granito, que la desidia por parte de las autoridades municipales y la barbarie por parte de otros redujeron a pedazos no hace muchos años.

Aldeanueva es como otros pueblos de la zona, de fundación medieval, ignorándose el año exacto. La región fue reconquistada en algún momento de finales del siglo XII, por el rey de Castilla Alfonso VIII. Formaba parte de lo que se conocía como el Sexmo de la Vera, asociación de pueblos para la administración común de bienes, que fue asignado a la Ciudad de Plasencia. Compró su independencia jurídica en virtud de real cédula el 28 de septiembre de 1802, expedida por Carlos IV (con la consiguiente elevación de la picota, primera que fue en madera y que se ha perdido). Dicho rey también les concedió la Dehesa de Mesillas.

La población se debió constituir principalmente por los antiguos pobladores de la zona y repobladores del Reino de Castilla. Es de destacar que hasta principios del siglo XX, muchos abulenses han pasado a establecerse en la localidad.

A la caída del Antiguo Régimen la localidad de constituye en municipio constitucional en la región de Extremadura y desde 1834 quedó integrado en Partido Judicial de Jarandilla que en el censo de 1842 contaba con 440 hogares y 2410 vecinos.

El núcleo según el Diccionario Histórico-geográfico de Extremadura, de Pascual Madoz – 1846, a mediados del siglo XIX, estaba poblado por 2410 en 1842 y 1946 en 1857.

No parece que fuera especialmente dañada durante la Guerra de Independencia, aunque se rebeló contra las tropas de Napoleón. En las Guerras Carlistas fue acometida dos veces por los partidarios del pretendiente, en la primera no resultó dañada mientras que en la segunda derrotó y puso en fuga a las tropas carlistas, único pueblo de La Vera que lo hizo. Se dio el caso, que un vecino de la localidad mató al asistente del general carlista que dirigía las tropas, golpeándole la cabeza contra un pilón en Jerte.

Durante la Guerra Civil, la población cayó bajo el control del bando nacional. En la plaza de los toros se produjeron enfrentamientos armados entre ambos bandos, que concluyeron con varias muertes. Posteriormente se dieron enfrentamientos relacionados con la lucha del maquis.

En los años 1960 comenzó a perder población, no obstante, el proceso se frenó en los años 1980, gracias a la explotación del tabaco y a la producción de pimentón. En este sentido, es uno de los mayores productores de tabaco del país. Respecto a su pimentón, producido desde al menos hace dos siglos (ya se cita en Madoz, 1846), esta entre los de mayor calidad de La Vera, conservando toda la tradición artesana del secado a humo de encina y roble, y posee una fragancia y color que lo hace inconfundible.

Un dato curioso de la localidad es su peculiar gentilicio “pencón”, como se designa a sus habitantes. Aunque no se sabe con exactitud de donde proviene, los ancianos cuentan que data de la época de Carlos V.

Fuente: LaVerata