El término municipal esta situado en la falda meridional del Sistema Central, por lo que cuenta con un relieve abrupto y con fuertes pendientes teniendo las mayores alturas en la Sierra de Martinejos, en el Pico del Cancho (2.274 m.) y la Loma de la Cumbre. La red fluvial que riega el término esta constituida por numerosos arroyos y gargantas, que tienen su desembocadura en el rio Tietar.
Enclavado en la serranía Verata mantiene buenas muestras de la arquitectura tradicional. En 1642 se separa del Señorío de Valverde y conserva su título en pergamino firmado por Enrique IV, así como la Picota o Rollo, símbolo de su independencia. Su término fue habitado desde los tiempos más remotos, encontrándose huellas de un castro celtíbero en el Cerro del Castrejón.
En época medieval dependió del señorío de Valverde, concedido por el Rey Sancho IV (y confirmado por su Fernando IV «El Emplazado» en 1309) a Don Nuño Pérez de Monroy, abad de Santander, familia que lo conversó hasta finales del siglo XIV. A mediados del siglo XV pasó a manos de los todopoderosos Zúñigas, Condes de Nieva, obteniendo el municipio el título de Villa en 1646, bajo el reinado de Felipe IV, conservándose el original en el Archivo Municipal del Ayuntamiento.
A la caída del Antiguo Régimen la localidad se constituye en municipio constitucional, hasta entonces conocido como Viandar en la región de Extremadura, desde 1834 quedó integrado en Partido Judicial de Jarandilla, contaba en el censo de 1842 con 100 hogares y 548 vecinos, en 2020 contaba con 219 vecinos.
Su economía se asienta sobreactividades tradicionales como la agricultura (pimentón con denominación de origen) y ganadería, aunque cada vez tiene mas peso el sector servicios relacionado con el turismo de naturaleza.
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