Al hablar de Peraleda de San Román tenemos que hacer una referencia forzosa a los núcleos de poblamiento prehistóricos que hay diseminados por su término. En primer lugar las cuevas y el poblado calcolítico de Navaluenga se perfilan como uno de los complejos arqueológicos más interesantes al norte del Tajo, no sólo por la abundancia de materiales, sino también por los paneles con pinturas y grabados rupestres que alberga, en medio de un paisaje erizado de caprichosas formas labradas por el tiempo en la roca granítica. Nuevos grabados se reproducen en Peña Castillo, simulando ofrendas, al pie de una enorme e inaccesible roca horadada en su base por cuevas, que al igual que sucede en el Escoberal y en el Cancho de las Colmenas reproducen vestigios de ocupación humana. Varias estelas funerarias recuerdan el principio de la ocupación romana del territorio, que tiene en el paraje de San Román uno de los puntos más señalados, por cuanto que allí se registraron labores mineras, basadas por una parte en la explotación de cobre y plomo incrustado en filones pizarrosos, y por otra la extracción de calizas marmóreas destinadas a hornos de cal y para el recubrimiento de parte de los edificios romanos de Augustóbriga (Talavera la Vieja). En el siglo XI la población de San Román reunió un importante núcleo mozárabe en torno a una edificación eclesiástica, donde se profesó culto al santo oriental que dio nombre a la localidad, prosperando como municipio hasta el siglo XVI, centuria en la que es absorbida por una alquería vecina llamada entonces Peraleda de Garvín, situada en un lugar mucho más abierto y favorable. En el siglo XIX, pretextando las frecuentes confusiones a que da lugar su nombre, solicitan el cambio por el de Peraleda de San Román, a lo que se accede firmando el decreto el entonces general Espartero en 1842.
Historia de la web del Ayto. de Peraleda de San Román y escudo de la Wikipedia.
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